miércoles, 12 de diciembre de 2012

Estudio sobre la evolución


La teoría de la evolución de Darwin/Wallace


La estructura de la teoría de la evolución por selección natural tal como Darwin y Wallace la expusieron en sus escritos se apoya en tres puntos básicos:
1) Los descendientes heredan los caracteres de los progenitores de generación en generación. Darwin, sin embargo, no conocía las leyes de la herencia sobre las que se estaba trabajando precisamente en los años en los que dio a conocer su teoría. Las leyes de la herencia que hoy son aceptadas científicamente y que fueron descubiertas por Mendel no se conocieron hasta el comienzo del siglo XX. Las explicaciones propuestas por Darwin para la herencia de los caracteres resultaron erróneas y fueron pronto rechazadas. Estas explicaciones, no obstante, no formaban parte del contenido del “Origen de las especies”.
2) En el proceso de la herencia ocurren variaciones espontáneas que son por azar o ciegas. Se habla de variaciones por azar o ciegas en un doble sentido. Por una parte no se pueden determinar sus causas. Por otra parte, dichas variaciones no están orientadas a una mejor adaptación del organismo al medio, es decir, no hay ninguna orientación a priori en ellas. En la primera edición del “Origen de las especies” Darwin rechazaba explícitamente la herencia de los caracteres adquiridos defendida por Lamarck. Más tarde, sin embargo, matizó dicho rechazo.
3) Existe reproducción diferenciada en los individuos de una población. El motivo es doble: o bien algunos individuos poseen mayor fertilidad que otros, o bien están mejor adaptados al medio. Mejor adaptación al entorno se traducirá en una mayor supervivencia y, consiguientemente, en una mayor descendencia.

El impacto de las ideas de Darwin/Wallace fue enorme. Muy poco después de la publicación del “Origen de las especies”, ya en la década de los 60, la evolución basada en la selección natural defendida por Darwin era, en la práctica, universalmente aceptada. No obstante, muy pronto empezaron a plantearse las primeras objeciones a su propuesta. Las objeciones a partir de los 60 no iban dirigidas contra el hecho de que hubiera evolución, es decir, que las diversas especies descendieran de otras comunes y anteriores en el tiempo, sino que se dirigían directamente contra lo que hacía original su propuesta, es decir, que el motor de la evolución fuera las variaciones al azar y la selección natural.

Darwin se enfrentó personalmente con buena parte de las objeciones que se han puesto hasta nuestros días a su teoría de la evolución. Sus puntos de vista fueron expuestos en sucesivas ediciones del “Origen de las especies”. No solamente se centró en el problema del origen y el incremento de la complejidad de los seres vivos, sino también, por ejemplo, abordó problemas como el de la escasez de registro fósil disponible de los supuestos seres vivos que debían haber existido como consecuencia de una evolución gradual como la defendida en su propuesta.

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Importancia de la selección natural en la evolución

El grado de intervención de la selección natural en el proceso evolutivo ha sido también un constante objeto de debate desde la formulación de la teoría de Darwin. La controversia sigue abierta en el ámbito puramente científico. Hay que tener en cuenta que a este mecanismo se le ha dado siempre un papel central dentro de la ortodoxia de la teoría sintética. En él se apoya gran parte de la originalidad de la propuesta de Darwin.
No obstante, actualmente se aducen razones para atenuar su importancia en la evolución, como las que presentan los ya mencionados neutralistas. También siguen ofreciéndose importantes razones para destacar su importancia. Un argumento empleado con frecuencia en su defensa consiste en la constatación, sobre todo en el ámbito de la macroevolución, de la existencia de la “evolución convergente”: hay seres vivos muy alejados desde el punto de vista filético, o que han evolucionado de una manera aislada, pero que han desarrollado organismos similares y han alcanzado soluciones funcionales extraordinariamente parecidas.

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Volver al índiceTeoría de la evolución y evolucionismo

Es importante distinguir entre Teoría de la evolución, que aquí hemos presentado como una teoría de carácter estrictamente científico, y el Evolucionismo.

Toda ciencia se encuentra asociada a un método que puede ser más o menos explícito o definido. El método no consiste simplemente en un conjunto de reglas operativas sino que incluye elementos de muy distinto tipo y alcanza una gran complejidad en la ciencia real. En todos los casos, el uso de un método siempre comporta una reducción en el ámbito abarcado de la realidad estudiada. Esta reducción es especialmente necesaria si se quiere alcanzar uno de los objetivos que persigue la ciencia empírica y que consiste en controlar, de alguna manera, la realidad: ciencia empírica es «aquella actividad humana en la que se busca un conocimiento de la naturaleza que permita obtener un dominio controlado de la misma».

Evolucionismo significaría, en este contexto, una cosmovisión en la cual el mundo natural se contempla y explica en su totalidad a través del método desarrollado por la teoría de la evolución. Esta pretensión, que puede constatarse en algunos autores actuales, no es en absoluto legítima. La situación es paralela, aunque con sus propias características, a la que se derivó del nacimiento de la mecánica. La física del siglo XVII constituyó una verdadera novedad en el modo de entender la realidad natural y trajo consigo multitud de beneficios para la humanidad. Pero junto con la disciplina científica también se desarrolló un modo de pensar globalizante, y por tanto de carácter filosófico, que recibió el nombre de mecanicismo o filosofía mecánica. El nacimiento de una nueva ciencia en la que se ofrecen resultados satisfactorios y respuestas a problemas antes no resueltos, y en la que se abren perspectivas de alcanzar nuevos e importantes conocimientos, constituye siempre una ocasión para incurrir en un reduccionismo. La ocasión será tanto más tentadora cuanto más poderoso sea el método y más espectaculares sean los resultados alcanzados con la nueva ciencia.

La confusión de la teoría de la evolución con el evolucionismo es frecuente y ha dado lugar a controversias como la que ha enfrentado el darwinismo con el creacionismo o, más recientemente, con el “Diseño Inteligente”. Las pugnas de este tipo no llegan nunca a ningún puerto porque, ordinariamente, la discusión se centra en aspectos de ámbito filosófico. Este es precisamente el ámbito que los contendientes no pueden alcanzar al pretender mantenerse dentro de la ciencia. El recurso a ideologías, al menos implícito, hace el acuerdo imposible.

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